Críticas a la singularidad.
Según
sus defensores la singularidad debe acontecer antes del 2030. El tiempo que
resta antes de que se llegue a ese fenómeno se acelera con la utilización de
máquinas para apoyar tareas de diseño o mejoras de diseño de nuevos inventos.
Una vez llegado al punto en que se cree una inteligencia superior a la humana,
se entraría en una etapa poshumana que probablemente conduzca a la extinción de
la humanidad o a su subordinación a esos nuevos entes inteligentes. Aunque,
para muchos, resulta ingenuo, creer que los aciertos de la Inteligencia Artitificial (IA) surjan de métodos tan
simples como búsqueda por fuerza bruta, y que la contribución más importante
para el avance de la IA
haya sido la Ley
de Moore y los aumentos implacables en la velocidad de la computadora.
¿Hay alguna razón que nos pueda llevar a pensar que
será así? Hoy la máquina supera al campeón del mundo en ajedrez, no sería esto
razón suficiente. Sin embargo la máquina no utiliza la misma forma de pensar
que el humano, su fuerza se basa en su velocidad de cálculo que le permite
explorar de forma casi exhaustiva todas las variantes además, por supuesto, de
contar con valoraciones estratégicas, pero lo que la hace invencible es su
velocidad para calcular las variantes, lo que se llama algoritmo de fuerza
bruta. Pero, esto apoya la tesis que según las máquinas mejoren su hardware
obtendrán resultados mejores así, hasta superar a los humanos en todas sus
facetas.
Comencemos por la artificial. ¿Estará el hombre
dispuesto a construir una inteligencia no humana que lo supere? “Si no
trabajamos en las tecnologías inteligentes alguien lo hará”. O sea que las
necesidades del mercado y la competencia que esta genera, nos llevará
inevitablemente a el desarrollo de inteligencias artificiales (IA) superior a
la humana. Y no hemos mencionado la carrera armamentista, que tampoco se
detendrá.
La única preocupación, radica, en que estas
ideas no se lleven a cabo, con la prontitud requerida, debido a las acciones
que puedan desplegar los llamados “luditas” o “bioluditas”. Que son aquellos
que proponen la prohibición de aquellas tecnologías que puedan significar un
riesgo para la humanidad. Sin dudas una IA superior a la humana es un peligro
para los humanos, si aceptamos que vivimos en una sociedad basada en la
competencia y en la lucha por el poder. Otros afirman que las ventajas son
tantas que vale la pena correr los riesgos, pero algunos piensan que nos adentraremos
en una aventura cuyas consecuencias son impredecibles.
Entre las críticas al surgimiento de una
inteligencia artificial, está la de Roger Penrose quien establece diferencias
entre el funcionamiento de un ordenador, que es capaz solamente de un razonamiento
algorítmico basado en secuencias lógicas, y el funcionamiento del cerebro
humano, que es capaz de estar abierto a la improvisación y a lo inesperado, a
lo caótico, es decir, a lo creativo.
Los investigadores de IA, siguen creyendo que,
aunque pueda tomar décadas para aclarar todos los detalles, no hay nada
adicional subyacente en el pensamiento: es solo tratamiento de la información.
Y siguen aferrados a la metáfora de que el cerebro es equivalente al hardware
de una computadora, por lo que es totalmente factible transferir la mente de un
soporte (el cerebro) a otro (la máquina).
En cambio, los expertos en computación tradicional
no pueden creer que las computadoras relativamente simples, en las que se
ejecutan sus programas, se almacenan sus bases de datos, sus gráficos; que
requiere de un sistema operativo y opera sobre algoritmos numéricos; puedan ser
también el sustrato donde se puedan ejecutar los complejos procesos de la mente
humana.
La idea de la fusión responde al sueño de los
transhumanistas de lograr un humano mejorado. El transhumanismo es un
movimiento tecnológico, que, según Nick Bostrom, afirma la posibilidad y el
deseo de mejorar, en modo fundamental, la condición humana a través de la razón
aplicada, especialmente por medio del desarrollo y la puesta a disposición de
tecnologías para eliminar el envejecimiento y potenciar grandemente las
capacidades humanas, intelectuales, físicas y psicológicas.
La definición de una superinteligencia colectiva
nos lleva a tomar la posición de los que creen que podrá surgir una
supeinteligencia no humana y, de alguna forma, a estar de acuerdo con los
presupuestos transhumanistas. Y surge de la idea del cerebro global, que además
de tener como soporte la metáfora del cerebro, también parte la creencia de una
inteligencia colectiva. Tal como la define Pierre Levy, una forma de
inteligencia universalmente distribuida, constantemente realizada, coordinada
en tiempo real, y resultando en la movilización efectiva de habilidades que de
forma cooperada pueden conformar una inteligencia; como sucede con las
sociedades de las hormigas.
Pienso que el surgimiento de una superinteligencia
superior al humano, fíjense que digo superior al humano y no a la humanidad,
será un proceso inevitable, el problema radica en tomar las decisiones correcta
y en aprender a manejarnos con una inteligencia; capaz de integrarse y
colaborar con los humanos, en lugar de ser una amenaza que inevitablemente nos
irá desplazando.
Otra de las
proyecciones del transhumanismo es la carga de la mente, la transferencia de la conciencia
humana o de la personalidad en otro sustrato, por ejemplo; a una
supercomputadora. Idea que parece extraída de la ciencia ficción y que hoy en
día parece irrealizable. Para los defensores de la singularidad tecnológica
esta es una de sus predicciones futuras favoritas, ellos parten de una visión
mecanicista del hombre, según la cual el
cerebro y sus funciones se pueden reducir a un sistema de procesamiento de
información y han formulado la hipótesis de una existencia post-biológica y
aspiran realizar un escaneo de la matriz sináptica de un
individuo y reproducirla dentro de una computadora, lo que permitiría emigrar
cuerpo biológico a un substrato puramente digital y con ello obtener varias
copias de la matriz sináptica del cerebro, y así, alcanzar periodos de vida
ilimitado.
Para su realización afirman que se requiere del uso
de una Nanotecnología ya madura, aunque, hay, también, otras formas menos
extremas de fusionar la mente humana con la computadora y hoy día se están
desarrollando interfaces del tipo neuro/chip. Esta tecnología está en sus pasos
iníciales y sueñan en un futuro poder conectarse en forma directa al
ciberespacio.
Son
muy pocos los que analizan la posibilidad de sociedades en las cuales
hombres y máquinas vivan de forma cooperativa y que dadas sus diferencias, que
son evidentes, puedan complementarse y realizar las tareas para la cual cada
uno está mejor capacitado. Por otra parte, se ignoran las posibilidades de
desarrollo del cerebro, el que, al igual que la máquina no se utiliza en toda
su potencia y esta capacidades podrían ser estimuladas y ampliadas. En cambio
son muchos los que creen que las máquinas vendrán a sustituir a una humanidad
decadente y sin futuro, y piensan que solo las máquinas estarán a la altura del
mundo posmoderno o posindustrial que se avecina.